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Un conservador en una tacita de plata

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hantioquia

El señor Juan Gómez Martínez se ha dispuesto y servido como un bocadito para el debate y la contra argumentación, pues metió sus vetustos pies y su seseada lengua en el pantanoso terreno del arte contemporáneo.

¡Imagínense! meter los dedos desnudos en la filosa boca del arte actual para ver si muerde. Pues sí, así lo hizo el día de hoy, el primero del mes de agosto en una corta y divertidísima columna de su periódico El colombiano. En esta corta apreciación dejó latente y clara sus consideraciones estéticas y sociales, así como nos dejó (en oposición Joyce) un “Retrato del conservador anciano”.

En esta columna reclamó moralidades, conductas permanentes y equiparo nuestro Museo de Antioquia al Museo del Louvre. Todo esto por lo ofendido que quedó por la sombra de un arco: por la sombra e inquietud de una “H” (obra del artista Fernando arias) que ensombrece para el señor Gómez Martínez, la imagen de la ciudad y el nombre de este departamento, al ser instalada en el techo de la fachada del museo de Antioquia, en el marco de la exposición “Antioquias” a propósito del segundo centenario de nuestro hermético  y des-horizontado departamento.

pabloesc

En su reclamación moral-estética, el otrora alcalde de esta antigua villa de Nuestra Señora de la Candelaria de Aná, fue más profundo y comprendió la pieza escultórica que figura a pablo escobar señalando con el mismo gesto del “sagrado” [1]Horizontes del maestro Cano (obra del artista Carlos Uribe) como una herejía a la promoción de la colonización antioqueña y un gesto indicativo de lo que él considera como el rumbo hacia las drogas que pervirtieron la juventud del mundo; Pues seguramente sin drogas, sin pobres, sin curadores creativos, tanto el mundo como esta tacita hirviente, serian un paraíso de eternidad primaveral.

Es indiscutible el daño del negativo personaje antioqueño, pero según Juan Gómez este señor fue el máximo delincuente del siglo XX. ¿Será que nadie le ha contado de Hitler, de Stalin, de Nixon, de Bush, de Pinochet? ¿Será que no ha leído un periódico en más de los 50 años que le tocaron del siglo XX?

¡Hasta dice que cosa es arte y que cosa no! ¡Insisto!, nada mejor que un conservador en una tacita de plata para dejar claro que quieren las antiguas y permanentes elites antioqueñas, pues incluso definen que deben ser las obras y las curadurías. A tal punto que reclama desde el antiguo pedestal de la razón, del poder de quien sabe y decide que es que: “Qué pena me da señores curadores, el arte no se puede prestar para ofender a toda una comunidad y menos para presentarnos ante el mundo entero.” De esto, difiero horizontalmente, pues  considero que un ejercicio curatorial claro debe servir para interrogar, para ofender, aunque también para conmover, para conmocionar, sino es tan inocua como una pastilla de viagra para el cabello de un alopécico conservador.

¡Y como así que no están colocando las fichas técnicas como toca! Estos curadores de ahora sino. ¡Ahh que tal ps! Ahora también se las dan de inventar lo inventado, como dice el señor Gómez Martínez “hagan lo que se hace en todos los museos y no traten de inventar lo ya inventado”.

 

Jose Julian Agudelo Mora

 


[1] Según se infiere por la apreciación denotada por el comentario del autor de la columna. Ver aquí

 

MUSEO DE HANTIOQUIA

Le pedí al editor de las páginas de opinión que no me fuera a corregir tamaño horror, mucho más que error, en el título.
:

Así lo vi en lo alto del edificio del Museo de Antioquia, en letras grandes y rojas. Dicen que eso es arte, yo no creo que la desorientación, que los errores, que la ofensa a un pueblo y a una región puedan convertirse en arte.

Pienso que sería como poner en lo alto del Museo del Louvre, en París, el nombre Museo de L´Ubre. Se pronunciaría igual, pero sería una gran ofensa para el pueblo francés y para el arte universal. ¿Qué dirán los visitantes que esperamos en la Feria de las Flores?

Aprecio mucho a la directora del Museo, ha hecho mucho por esta obra orgullo de Medellín, de Antioquia y de Colombia. La junta es inmejorable, está integrada por grandes personajes de la ciudad. Pero los curadores… Son otra cosa. Hacen lo que quieren apoyados en que el arte es buena en todas sus manifestaciones así sea para ofender a una sociedad entera. Hay que respetar y no dañar en nombre del arte. Pero lo anterior no es lo peor: es como el premio seco en una lotería, lo gordo está en el interior del Museo.

En la sala donde está el famoso cuadro de Francisco Antonio Cano, “Horizontes”, pusieron la figura, en gran tamaño, de Pablo Escobar. Esta última va desde el suelo hasta el cielo raso.

El cuadro del Maestro Cano muestra a un campesino, con su esposa e hijo, señalando el horizonte donde se encuentra el futuro, la ciudad donde van a buscar trabajo y podrán progresar. El campesino empuña un hacha, símbolo del trabajo, en su mano derecha.

Pablo Escobar señala, en la misma posición del cuadro de Cano, hacia adelante como mostrando también el camino que se debe seguir. ¿Será que le indica a la juventud el camino de la droga? ¿De la perdición a la que llevó a los jóvenes del mundo entero?

El mayor criminal del siglo XX empuña en su mano derecha una botella. Esa botella debe simbolizar el vicio, el licor, la droga.

¿Es eso arte como para que acompañe una obra orgullo de los artistas colombianos?

Qué pena me da señores curadores, el arte no se puede prestar para ofender a toda una comunidad y menos para presentarnos ante el mundo entero.

Tengo el gran honor de haber sido nombrado como Socio Honorario del Museo de Antioquia, junto con el Maestro Fernando Botero. Les agradezco infinitamente a la señora Directora y a los miembros de la Junta Directiva esa distinción que me llena de orgullo y me llega al alma. Por esa razón me duele más que a muchos otros antioqueños la ofensa que nos hacen.

Pasemos a otro tema, tal vez minúsculo frente a los anteriores, pero que también me preocupa. En la reorganización de unas salas, no aparece la ficha técnica al lado de cada obra con el nombre del autor, el nombre de la obra, la técnica empleada y el año de ejecución. Estos datos están en una lista larga al empezar la sala, con unos números al lado del autor pero, al observar las obras, esos números no aparecen por ninguna parte.

Curadores por favor, hagan lo que se hace en todos los museos y no traten de inventar lo ya inventado.

 

Juan Gómez Martínez

 


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